El cine mexicano cuenta con gran variedad para este Día de Muertos

La historia del cine de terror mexicano tiene, muy a su pesar, su tradición. Por desgracia, y como ya lo hacía notar con elegancia e ironía Jorge Ayala Blanco en los años sesenta, su temática estaba desperdigada «en un caos bárbaro de literatura universal, de cine de horror clásico y de leyendas nacionales» que saturaron las producciones del género a partir de la segunda mitad de los años cincuenta.

Las grandes cintas de terror mexicano son pocas, pero aquí les damos un top de las imperdibles para este Halloween y Día de Muertos.

El vampiro (1957), de Fernando Méndez.

Es bellísimo el lirismo visual conseguido por el cinefotógrafo Rosalío Solano, uno de los grandes del cine mexicano. La historia, que ocurre en una vieja hacienda de la provincia, adapta libremente la novela Drácula de Bram Stoker. La escena de apertura, de la llegada del tren, es fenomenal. Germán Robles se volvió personaje icónico por su interpretación del conde Duval, un vampiro que no le pedía nada al de Bela Lugosi. Méndez hizo una continuación: El ataúd del vampiro.

Macario (1960), de Roberto Gavaldón.

El director de La escondida (1956), adapta un cuento de Bruno Traven para entregar este relato onírico sobre un hombre, el Macario del título (interpretado magistralmente por Ignacio López Tarso), quien hace un trato con La Muerte (Enrique Lucero) para poder salvar a casi todos los enfermos con una poción. El trabajo fotográfico de Gabriel Figueroa es de primer nivel. La cinta fue nominada al Oscar como mejor película extranjera y estuvo en la selección oficial de competencia del Festival de Cannes.

Hasta el viento tiene miedo (1967), de Carlos Enrique Taboada.

La historia se ubica en un internado para señoritas. Solo unas cuantas alumnas se quedan en el lugar pues no se les permite salir durante un descanso vacacional debido a que están castigadas. Pronto, las chicas, entre las que se encuentran Lucía (Maricruz Olivier), Claudia (Alicia Bonet) y Kitty (Norma Lazareno), viven extrañas experiencias y conocen la historia de Andrea, una estudiante que se suicidó y que busca venganza contra la directora (Marga López). Filme de terror psicológico solvente y efectivo.

Dos monjes (1934), de Juan Bustillo Oro.

El director de Ahí está el detalle (1940), película fundamental en la carrera de Cantinflas, elabora una historia de un aparente crimen pasional con dos monjes que se encuentran en un monasterio, un lugar de tintes góticos: Juan y Javier. Cada uno da su versión de la trágica muerte de Anita, de quien ambos estaban enamorados, y por quien ambos se volvieron rivales y monjes. Un año después, Bustillo Oro hizo El misterio del rostro pálido (1935), anécdota de tintes frankenstanianos.

Cien gritos de terror (Antología, 1965), Ramóm Obón.

La película se compone de dos cuentos (con música chillona) supuestamente basados en cuentos de Edgar Allen Poe pero comparten menos con las obras de Poe que los películas de Roger Corman visto que los presentes ni siquiera llevan los títulos de los cuentos de Poe.

El primero: Pánico. Con la ayuda de su amante un hombre casado trama la muerte de su esposa. Ella, la esposa, padece de una enfermedad del corazón y piensan hacerle morir de terror en una casa embrujada. ¿Te acuerdas del cuento de Poe? Yo tampoco. Reparto: Ariadna Welter, Joaquín Cordero y Ofelia Montesco.

El segundo: Miedo supremo. Un hombre se encuentra encerrado en una cripta a la hora de cerrar del cementerio. Peor aún, hay una fallecida recién enterrada detrás de una mura de ladrillos en la mera cripta que se despierta en la tumba a gritos. El la libra y ella sale loca del ataúd. Qué suerte que el hombre sea médico. Se disponen para pasar encerrados la noche entera, pero ella se convence que no están solos en la cripta. El lío los lleva a actos imprevistos y sin ton ni son, no obstante, al fin y al cabo, todo se cuadra. Elenco: Jorge Martínez De Hoyos y Alicia Caro.

La muñeca perversa (1969), de Rafael Baledón.

Es una película de slasher, terror psicológico y crimen mexicana de 1969, dirigida por Rafael Baledón, a partir de un guion que escribió con Ramón Obón. La cinta está protagonizada por Marga López, Joaquín Cordero, Lilia Michel, Ofelia Guilmáin, Rosangela Balbó, y Norma Lazareno, además de contar con las actuaciones especiales de Carmen Montejo y Roberto Cañedo. La historia relata la complicada vida de la joven Rosi y sus papás; su madre, una mujer alcohólica recluida en un hospital psiquiátrico por un crimen que no cometió, y su padre, un hombre de carácter débil cuya familia nunca aceptó a su esposa. A falta de la presencia constante de ambos, Rosi crece odiando a su propia familia, comenzando a desarrollar pensamientos e ideas que la llevan a cometer crímenes y homicidios en contra de los miembros de la misma

Doña Macabra (1971), de Roberto Gavaldón.

Otón (Héctor Suárez) y Lucila (Carmen Salinas) son unos recién casados que convencen con mentiras a Doña Macabra (Marga López), la tía de ella, para vivir en su casa. Pero sus intenciones son robarse el tesoro enterrado en la casa. Lo que no saben es que Doña Macabra está enterada de sus planes. La película, del director de Macario, mezcla el terror con la comedia.

La invención de Cronos (1993), de Guillermo del Toro.

La ópera prima del director de «El laberinto del fauno» (2006) destacó en aquellos años de escasa producción nacional por su bien cuidada manufactura. Un extraño aparato con forma de escarabajo y de 400 años de antigüedad reaparece y cae en las manos de Jesús Gris (Federico Lupi), quien lo utiliza accidentalmente y luego revive de entre los muertos. Es un notable relato vampírico en el que también aparecen Claudio Brook y Ron Perlman, en su primera colaboración con Del Toro.

La tía Alejandra (1979), de Arturo Ripstein.

Un cuento de brujería. La tía Alejandra del título (espléndida Isabela Corona) llega a vivir con su sobrino y su familia (Manuel Ojeda, Diana Bracho y María Rebeca). La tía, ya de la tercera edad, tiene solvencia económica, lo cual ayuda a resolver los problemas financieros de la familia, pero tiene una sed de venganza que ni se imaginan. Por eso, a partir de su llegada empiezan a suceder cosas raras: accidentes e incluso muertes. Sus atmósferas son de lo mejor logrado.

El fantasma del convento (1934), de Fernando de Fuentes.

En palabras del crítico Ayala Blanco, el cineasta que más tarde dirigiría «Allá en el rancho grande» y «Vámonos con Pancho Villa» (ambas de 1936) convierte la convención narrativa en vivencia poética prolongada por medio de una historia onírica. Es tal vez el antecedente más viejo de estas historias. Alfonso y el matrimonio conformado por Eduardo y Cristina se pierden en el bosque, donde los encuentra un extraño monje que los lleva con él a un viejo convento donde comienzan a ocurrir situaciones que incluso les cambian la personalidad, principalmente a Cristina.

Santo contra las mujeres vampiro (1962), de Alfonso Corona Blake.

Alabada en su momento por la crítica francesa, por sus cualidades surrealistas, la película enfrenta al llamado Enmascarado de Plata, héroe de un género único del cine mexicano, contra un grupo de bellas vampiresas comandadas por Zorina (Lorena Velázquez), quienes tienen la misión de encontrarle esposa a su amo, que está a punto de despertar. El padre de la muchacha elegida, un profesor, ha descubierto el plan y recurre a El Santo para proteger a su hija.

Kilómetro 31 (2007), de Rigoberto Castañeda.

En ese año, el cine de terror mexicano vivió una reactivación que empezó precisamente con esta película en la que Castañeda, también guionista, retomó la leyenda de la Llorona para hacer su propia interpretación en una cinta que tomaba elementos del cine oriental de terror de entonces. La producción fue sumamente cuidada para narrar la historia de Ágata (Iliana Fox), quien es atropellada en el km 31 de una carretera y quien se comunica con su gemela Catalina. Ella va al lugar solo para descubrir qué eventos paranormales ocasionan accidentes.

Más negro que la noche (1975), de Carlos Enrique Taboada.

Ofelia hereda de su Tía Susana (a quien tiene muchos años de no ver) una vieja casona. La única condición que se pide en el testamento es que cuide a Becker, un gato negro que la anciana quería mucho. Así, la chica y sus tres amigas llegan a vivir a la mansión. Las cosas se complican cuando Becker aparece muerto. Carlos Enrique Taboada rescata el concepto de la mansión embrujada, en donde el espectro de la solitaria tía decide vengar la muerte de su adorada mascota. Esto nos permite ver un grupo de jóvenes sufriendo en todo momento ante las macabras apariciones de la tía Susana, cuyos sorpresivos ataques terminan aterrando al expectante público.

Por si esto fuera poco Taboada también rescata el concepto del gato negro, cuya misteriosa muerte se vuelve el detonante de la tragedia.

El escapulario (1968), de Servando González.

Una mujer moribunda manda llamar al sacerdote del pueblo y en su confesión le declara que posee un escapulario milagroso que protege la vida de todo aquel que lo porte. Fenómenos sobrenaturales en pleno escenario revolucionario. González entrelaza a la perfección argumentos religiosos y sobrenaturales, depositando todo el horror de la historia en un simple objeto. De este modo, la audiencia ingresa en un singular viaje que va del escepticismo al terror absoluto.

El libro de piedra (1968), de Carlos Enrique Taboada.

Julia es contratada por un padre de familia para fungir como la nueva institutriz de su hija. Conforme pasan los días, la profesora se percata de que la niña tiene comportamientos muy extraños, resultado de su amistad con Hugo, un niño imaginario. Lejos de repetir la fórmula de «Hasta el viento tiene miedo», Carlos Enrique Taboada decide explorar otros elementos del terror a través de las fantasías (¿o macabra realidad?) de una inocente niña que asegura ser amiga de una lúgubre estatua. Por si esto fuera poco, la audiencia vive el terror a través de los ojos de Julia, la institutriz que deberá descubrir de la peor manera los secretos que oculta el misterioso lugar.

La llorona (1933), de Ramón Peón.

No podía quedar fuera de este conteo de películas de terror mexicanas, la leyenda más popular de México. Muchas han sido las cintas que han tratado de adaptar esta historia, sin embargo, la mejor versión es ésta, la cual se desarrolla en tres épocas diferentes, que van desde el siglo XVII hasta el XX, en donde una mujer busca venganza por la muerte de sus hijos. El audio de la leyenda es uno de los más escalofriantes en nuestro cine, especialmente porque corresponde al lamento que todo mexicano recuerda cuando piensa en dicho fantasma. Además de los gritos desgarradores, la caracterización del fantasma hace la historia más auténtica y considerablemente más aterradora. Cuenta con diversas imágenes inquietantes y destaca el espíritu de la llorona abandonando los cuerpos de una de las mujeres que ha poseído entre sus insoportables gritos.

Veneno para las hadas (1984), de Carlos Enrique Taboada.

La tetralogía del director se cierra con esta cinta sobre una relación entre dos niñas. Una de ellas desea ser bruja y comienza a realizar conjuros que a simple vista parecen inocentes. Poco a poco, los juegos infantiles se comienzan a transformar en verdaderas pesadillas, hasta alcanzar consecuencias trágicas. Muy al estilo de Taboada, esta historia refleja tanto la inocencia infantil como aterradores momentos sobrenaturales. La ambientación de la cinta y el toque esotérico le dan una buena proyección a la historia, creando escenas sumamente inquietantes. Imprescindible si quieren evitar que los más pequeños dejen de ver a Selena Gómez en Los hechiceros de Waverly Place. Con este filme Taboada ganó los Ariel a mejor película y director.

El extraño hijo del Sheriff (1982), de Fernando Durán Rojas.

Uno de los filmes más aclamados del cine de horror mexicano, cuenta la historia del sheriff de un pueblo que tiene hijos gemelos, pero está convencido de que el diablo los posee. Así convence al doctor del poblado para que abra a sus hijos en una pequeña cabaña sin ningún tipo de anestesia y con sólo un cuchillo. Uno de los dos niños fallece pero regresa como un fantasma diabólico para vengar su muerte.

Se dice que este filme ha dejado sin dormir a amplios sectores del público, pues la combinación de niños, horror, posesiones demoniacas y regresos de ultratumba resulta demasiado escalofriante para algunas personas. Como elemento adicional, cuenta con la participación del legendario Mario Almada.

Cabe destacar que, aunque se han hecho remakes de películas como «Hasta el viento tiene miedo», estas no han sido bien recibidas por el público, pues la ya mencionadas (muchas de ellas) son consideradas De Culto.

Por otro lado, a finales de los 80’s llegaron otros filmes «palomeros» con las nuevas caras del cine nacional, impulsadas claro está por Televisa. Es así que en aquellos años pudimos disfrutar (no siempre) de películas protagonizadas por Pedro Fernández, María Rebeca, Edna Bolkan, «Resortes», Erika Buenfil y Ernesto Laguardia entre muchos otros.

Vacaciones de terror (1989), de René Cardona III.

Considerada como una de las cintas más escalofriantes de finales de los 80’s, así que mejor quita la risa burlona de tu cara, porque estamos seguros que, si la viste cuando eras niño, seguramente la historia de la «Anabelle mexicana» te dejó varias noches sin dormir. Pedrito Fernández (ya convertido en adulto) lidera el reparto sobre una familia que viaja a una casa para vacacionar, sin imaginar toda la maldad que ahí se desatará.

Y, al igual que el Universo del Conjuro, también tuvo secuelas. Si bien existen cintas más escalofriantes en el cine mexicano, esta película alcanzó la fama por la aterradora visión de la muñeca demoniaca, la cual lanzaba maldiciones con los simples movimientos de sus ojos.

Dimensiones Ocultas (1988), de Rubén Galindo Jr.

En su cumpleaños, el joven Maicol (Jon Michael Bischof) recibe de sus amigos una tabla ouija y se hace novio de Alexandra (Gabriela Hassel). Toni le da una rosa para que la regale a ella y dice que estará fresca mientras dure su amor. Maicol tiene pesadillas en las que ve asesinar a sus amigos, y así sucede realmente. Él busca a Cristina, pero en el hospital donde trabaja no lo dejan entrar y ella es asesinada. Este filme contó con las actuaciones de Gabriela Hassel, Raúl Araiza, Helena Rojo, Roberto Palazuelos y el norteamericano Jon Michael Bischof.

Un producto mexicano al puro estilo Hollywood; Es una cinta divertida con muchos clichés del mundo del slasher demoníaco que no debes tomar en serio para disfrutar. Es de esas opciones que te ofrecerán canales de cine mexicano para este Halloween, y no hay que dejarla pasar.

Cementerio del terror (1985), de Rubén Galindo.

Un asesino llamado Devlon (¿de verdad?) es abatido por la policía y quemado después, ya que el jefe afirma que se trata de un criminal que tiene un pacto con el diablo. En la noche de Halloween, un grupo de estudiantes encuentra un libro que sirve para revivir a los muertos y deciden probar sus poderes en el cadáver de Devlon sin saber en lo que se están metiendo.

El cementerio del terror comienza cuando Devlon llama a su ejército de zombies y mata a cada uno de los estudiantes e intenta hacer lo mismo con un grupo de niños. Lo más padre de todo son las increíbles actuaciones, que rayan entre lo terrorífico y lo mal hecho. ¡Mírala tú mismo!

Ladrones de tumbas (1989), de Rubén Galindo.

Una noche un grupo de profanadores de tumbas emprenden un viaje a un cementerio en búsqueda de tesoros, por accidente llegan a una tumba secreta en donde encuentran joyas y el cadáver de un Inquisidor que años antes trató de engendrar el hijo del diablo. La pesadilla comienza cuando Manolo quita el hacha que el cadáver tenía incrustada en el pecho y este cobra vida con la intención de encontrar a una mujer virgen para poder engendrar al hijo del diablo. Andrea Legarreta y Erika Buenfil son sólo dos de las posibles madres del bonito niño. ¡IM-PER-DI-BLE!

Pánico en la montaña (1989), de Pedro Galindo III.

Como miembros del sindicato de busca tesoros, Beto, sobrino de Pedro y una chica oriunda de la comarca, emprenden la aventura de encontrar un tesoro en una mina que dicen los lugareños que esta maldita.

Como olvidar las actuaciones (de nueva cuenta) de Pedrito Fernández, ahora acompañado por «Resortes» y María Rebeca; Filme entre comedia y terror, Pedro Galindo III nunca logra aterrizar lo que buscaba con su película, navegando entre la tensión clásica de una cinta de este tipo y las payasadas de «Resortes».

Cada que la angustia va en aumento, un chistorete o una frase del comediante esfuman el efecto, aderezado por un poco de humor slapstick, dando como resultado un capítulo de Scooby Doo con poco presupuesto. Y se aferraban a creer que Pedrito Fernández daba miedo.

Así que ya sabes querido lector. Si no piensas salir de casa a pedir tu claverita, estos son algunos filmes mexicanos que puedes checar para pasar un buen rato de miedo o simplemente entretenerte durante la noche.

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