Ricardo Pérez solía entrenar con los mejores karatecas juveniles de Venezuela, pero desde que la cuarentena decretada para frenar la expansión del coronavirus lo obligó a cambiar su rutina, ahora practica entre cuatro taburetes y dos sofás de cuero negro en la sala de su casa gracias a los cambios ideados por su familia.

Pérez, cuatro veces campeón juvenil en Venezuela a sus 16 años, quedó decepcionado al ver que la pandemia de COVID-19 forzaba la cancelación de torneos internacionales de karate en El Salvador, Bolivia y México.

  Pero su familia rápidamente convirtió la casa en un gimnasio de karate, o dojo, reorganizando los muebles para dejar en el centro una estera, conocida como tatami, donde se ejercita y dirige las clases a través de Zoom para niños y jóvenes atletas.

Otros días entrena en el techo de su edificio, para no perder el ritmo en medio de la inactividad en la que se vio sumido el país desde mediados de marzo por la cuarentena.

“Tenemos que tener mucha fe que esto va a terminar”, dijo Pérez tras una clase en línea. “Nos tomamos un tiempo para darle las clases a los niñitos para que se sientan distintos (…) que sea un poquito menos difícil llevar esta cuarentena”.

Lo más duro es no poder pasar tiempo con sus entrenadores y con otros atletas con los que ha desarrollado una amistad, dijo Pérez, miembro del equipo nacional de karate que ha ganado medallas de oro en torneos sudamericanos y panamericanos.

REDACCIÓN/AGENCIAS/MAI

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