El Gobierno de Jair Bolsonaro ha dado el visto buen para que Brasil sea anfitriona en menos de dos semanas de una Copa América postergada en un año por la pandemia de coronavirus y después de que las sedes iniciales perdieran la posibilidad de recibir el campeonato.

«Fui consultado por la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y por nuestra parte es positivo», afirmó Bolsonaro en declaraciones a los periodistas en sus primeros comentarios después de que los tiempos del fútbol continental se aceleraran desde el pasado fin de semana.

En la competición participarán diez selecciones sudamericanas, a partir del 13 de junio, en sedes que aún falta por definir y que se espera las dé a conocer en las próximas horas la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).

Primero quedó al margen Colombia, una de las sedes junto Argentina, cuando el 20 de mayo pasado pidió postergar el torneo a causa de los casos de covid-19 que se están registrando en ese país y en medio de una masiva protesta social. La petición de Colombia, sin embargo, fue rechazada, y quedó Argentina como única sede del torneo, que de por sí tenía que haberse disputado en 2020.

Y el pasado fin de semana Argentina cayó por el aumento de casos de coronavirus, y en una decisión que generó gran sorpresa, la Conmebol le pasó la pelota a Brasil, un país que acumula medio millón de muertos por la covid y 16,5 millones de infectados.

Lo ha permitido Bolsonaro, un presidente que llegó a calificar la covid de «gripecita», que ha mostrado descrédito hacia las vacunas y que, quizás para dar ejemplo de lo que piensa, suele aparecer en público sin mascarilla.

Los ayudantes de Bolsonaro han recurrido a varias medidas para justificar que la Copa América se puede hacer en Brasil. Una de ellas es que los deportistas y delegaciones que lleguen a Brasil vengan ya vacunados contra la covid, pero eso es difícil de cumplir para quien no lo esté todavía porque faltan menos de dos semanas para el torneo.
AGENCIAS